28/2/09

capítulo trece

Somos como brújulas de carne, que señalan hacia una dirección, nuestro destino. Nos encaminados derechos a él, unas veces directamente y otras, tomando atajos. Es un camino desconocido, en el que, sin embargo, no nos podemos perder. Nadie se ha salido nunca de su ruta prefijada, porque aunque perdamos el norte, siempre hay algo dentro de nosotros que nos reconduce y nos señala el camino a seguir.


-Estamos en números rojos.-Marta caminaba con las manos en los bolsillos, con la cabeza baja, mirándose la punta de los zapatos- ¿alguna idea para conseguir dinero?

-No hemos probado a navegar.

-Buena idea, creo que en los cruceros se organizan timbas. Ya sabes, yo le sonrío a todo el mundo y tú te concentras en sacar el As.

-Me refiero a Internet. Salva se puso un dedo en los labios, pensativo-Se me ha ocurrido que cualquiera de las empresas que firmaron el cheque han tenido que anunciarse en algún sitio. A lo mejor conseguimos un teléfono o una dirección de alguna oficina.

-Vale, vamos a un cibercafé.
-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-


-¿Seguro que esta es la dirección?-Salva miraba alrededor incrédulo.

Marta sacó un papel.-Calle del Gladiolo, esquina con calle de los Algodonales. Si, es aquí. -Le miró a los ojos- La empresa tiene que dedicarse a algo de energías renovables.

-¿Cómo lo sabes?


-Porque de punta a punta, todo es solar.



-Anda.-Marta le tiró del codo- Por aquí tiene que haber una cafetería. Te invito a una tila leyendo La monda



27/2/09

capítulo doce

Nos cruzamos continuamente con personas desconocidas, otros rostros, otras vidas. Hombres y mujeres que, viviendo en el mismo mundo, no reconocemos. Aunque coincidiéramos con ellos un par de veces a lo largo de los años, no los recordaríamos. No sabemos sus nombres, no nos interesan sus pensamientos, nos da igual lo que les ocurra. Desconocidos. Hasta que un día, además de las miradas, de improviso, cruzamos también las palabras.

-Buenos días.-Marta acababa de despertarse y caminaba todavía despacio por la habitación. Sus ojos se posaron en los prismáticos. Estaban sobre la mesa.- ¿te acostaste tarde ayer, eh?

-A mi edad no se necesita dormir muchas horas.-Angelita estaba ojeando La Monda , sin muestras visibles de cansancio. ¿Has dormido bien?

-De maravilla- Se estiró.-Voy a hacer café.

-¿Vas a contarme lo que os ronda la cabeza a Salva y a ti?

-A mi nada-La voz de Marta sonaba lejana desde la cocina.- A Salva, a lo mejor una jaqueca. Lleva una semana haciendo pruebas para una instalación.

-No sé. Yo te veo preocupada.

-Pues estoy muy tranquila-Entró en el salón con una bandeja llena de tazas y platos.- Lo cuál es raro, porque debería estar “alarmada” con un técnico tan cerca.

-O sea, que no me lo cuentas.

-Que no es nada, de verdad. Volvió a la cocina-Le devolvieron un pagaré y ahora está intentando que alguien se lo pague. Llevaba varias…al Registro…en el polígono…

-No te oigo. Anda ven.

Mata entró con una cafetera. La sujetaba con una mano en el asa, y la otra, con un paño, por debajo. Se acercó al oído de Angelita y gritó-¡QUE SI LE DUELE A USTED ALGO, ABUELA!

-Muy graciosa.

-Y tanto que lo es.-Salva apareció en el quicio de la puerta. ¿Hay café para este pobre hombre, por caridad?

-Claro, siéntate.-Angelita se echó adelante en su silla.-Oye… ¿tu podrías hablar con Fred Astaire?

-Claro, mujer, ¡y con Walt Disney! Pero es un tío muy frío.

Marta terció-“Fred” es el de la tienda de abajo.

-Quiero que bajes y le digas si sería tan amable de traerme un kilo de manzanas un par de veces a la semana. Yo bajaría…pero ya ves como estoy.-Angelita levantó la mano escayolada.

-Bueno, vale.-Salva sorbió de un trago el café y se levantó. –Voy a usar mi poder de persuasión. Sacó la cartera.

-Nosotras te esperamos aquí.-Marta se giró a Angelita y señaló el periódico. ¿Esto tiene crucigramas?





26/2/09

capítulo once

(el último enlace puede tardar en cargar, pero merece la pena)
El conocimiento nos produce seguridad. Si supiéramos lo que va a ocurrir a continuación, nos prepararíamos e incluso, jugaríamos con la idea de cambiar la línea de los acontecimientos para adaptarla a nuestro interés. Pero como no podemos discernir el futuro, nuestra naturaleza se rebela y nos hace sentir una atracción irreprimible hacía lo desconocido. El misterio nos fascina, nos llama y nos empuja a realizar actos, que en otras circunstancias, rechazaríamos sin dudar. Una tentación que nos hace olvidar que a veces la ignorancia es nuestra mejor compañera.

-Me duelen los pies.-Marta se había quitado un zapato y se frotaba el tobillo mientras se apoyaba en el brazo de Salva.-Menuda paliza nos hemos dado.

-Lo peor es que hemos perdido todo el día.- Frunció el ceño.-Mira la hora que es y estamos casi igual que esta mañana. Dos horas de cola, un montón de papeles con datos que no entiendo, y un paseo turístico por tres polígonos industriales y ¿qué tenemos?

-Una ampolla.

-De verdad que pensaba que, al menos, encontraríamos algún sitio abierto. –Salva chasqueó los dientes- Aunque ninguna de las naves parecía estar abandonada. Puede que las usen de almacén pero que en realidad el negocio lo tengan en otro sitio…-Colocó la mano sobre la de Marta. ¿Puedes andar?
-No, pero si pintas una rayuela en el suelo, igual te gano a la pata coja. Llevo un rato entrenando.

Salva miró hacia el fondo de la calle- Estamos a unos metros de la casa de Angelita. ¿Y si pasamos allí la noche? ¿Le molestará?

Marta se rió- Es capaz de tapiar la puerta para que no podamos volver a salir.

-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o

-¿Se puede saber que lleváis entre manos?-Angelita había terminado de cenar y se limpiaba la boca con una servilleta.

-No, entre manos, no. Marta le dio un codazo a Salva haciendo que le salpicara el café.-Anda saca lo del abrigo.

-¿Me habéis traído La Monda?

Salva le acercó un paquete pequeño.-Y algo más.-Lo abrió.

-¿Unos prismáticos?-¡Encima que os invito a cenar!

Marta se levantó y dejó los prismáticos en la repisa de la ventana. –Bueno, yo te los dejo, luego tu haz lo que quieras.-Bostezó -Nosotros lo que vamos a hacer es irnos a la cama.-La besó en la mejilla.-Se buena.

-Siempre lo soy- Angelita no pudo evitar girar la cabeza hacia la ventana .




25/2/09

capítulo diez

Si hacemos un dibujo en una esquina de un cuaderno, y en la siguiente página añadimos un nuevo elemento, y en la siguiente otro, y otro más, y así hasta el final; conseguiremos una secuencia que podremos hacer avanzar hacia adelante y hacia atrás. Sujetando firmemente las hojas por un extremo y dejándolas caer por el otro con suavidad, veremos que nuestro dibujo inicial cobra vida propia y nos narra una historia.

Nuestra vida también es una secuencia de episodios, y dependiendo de quien añada los nuevos elementos, así discurrirá en el tiempo. Claro, que siempre podemos intentar contarla hacia atrás.

-Muy bien, Salva se pondrá en contacto con usted en breve.- Marta tecleaba con rapidez mientras hablaba por teléfono.- Si, por supuesto, gracias.-colgó.

¡-Cling, cling, cling!- La campanilla de la puerta anunciaba que Salva había vuelto.- ¿Hola?

Marta levantó un dedo para indicar que esperase un momento. –Espera- siguió tecleando a la velocidad que dan años de experiencia- Mo-de-lo de-luxe…ya está.-levantó la vista.- ¡Hola! ¿está lloviendo?

Salva tenía el pelo aplastado y húmedo y grandes manchas de agua en los hombros.

-No, esto es cortesía de la vecina de arriba. Una mujer encantadora que riega los geranios con cubos.- Metió la mano en la chaqueta y sacó un rollo. –Menos mal que La Monda no se ha mojado, Angelita es capaz de matarme…o peor…invitarme a comer.

-Pues eres tú quien debería invitarme a mi. Estaba rellenando un pedido.

-¿Uno bueno?- A Salva se le iluminó la cara.

-No, es una de esas alarmas de puerta que suenan cuando se abre y van a pilas. El hombre es mayor y no sabe instalarla.-Marta encogió los hombros.-Pero ya tenemos algo con qué alimentar al banco.

-Hablando de bancos. ¿te acuerdas del pagaré devuelto? He pasado a recogerlo.- Sacó un papel del bolsillo y se lo mostró a Marta.-Mira.

-Parece una campaña de recogida de firmas en apoyo a Instaladores de alarmas en quiebra.

-Es una cadena de endosos. ¿ves la firma de arriba?-Salva señaló una rubrica con un sello.-Es de la empresa que expidió el pagaré.-Siguió señalando las demás.-Ésa se lo dió a esta, y ésta a esta y ésta a este tío que me lo dió a mí. ¡es magnífico!

-Si, una obra de ingeniería.

-No, en serio, esto quiere decir que puedo intentar cobrárselo a cualquiera de los que han firmado por detrás.-Salva sonrió triunfante.-Iba a ir ahora al Registro Mercantil para ver si puedo sacar alguna dirección.

-¿vas a hacer de detective?-Marta se levantó y corrió a la puerta.-Pues voy contigo.

Se subieron al coche. –Arranca. No, espera…-Marta abrió la guantera y sacó un CD que metió en la radio.-Primero hay que hacer ambiente.








24/2/09

capítulo nueve

Cuando hablamos con alguien escogemos las palabras para que nuestro mensaje se adapte a lo que, instantes antes, hemos pensado decir. Esta selección, que parece natural, es un proceso cubierto de matices. Influye en ella nuestro mayor o menor dominio de la lengua que queremos usar, los conceptos que conocemos y nuestra peculiar forma de pronunciar lo que previamente hemos seleccionado. Todo ello en un volumen y una afinación variable que hace, que ese mensaje, sea tan único como nosotros mismos.

-Hoy vas con retraso- “Fred” cogió al perro en brazos mientras el otro hombre abría la trasera del camión-la próxima vez no te molestes en traerme nada.

-No me vengas con chorradas que hoy no estoy pa bromas. Ayer llevé la furgo a la ITV y tengo que cambiarla la caja de cambios o no podrá pasarla.

-Si la pasas es que eres un enchufao, porque si fuera por mí, ya estaría en el desguace.

-De eso na, que está nueva, sólo tiene un poco rozá la chapa.

-Más que rozá, yo diría que está escozía-Los dos hombres rieron con ganas. –Anda, baja las cajas, que hoy no tengo todo el día.

-Oye, ¿Qué tal si me pagas las de ayer antes?

-¡Encima que llegas tarde! No mira, mejor me dejas las de hoy y ya te pago el viernes.

-Esta vez no, que la púa ya es muy gorda.

-¡Por mí como si es una alcayata!, anda baja las cajas.

El hombre del camión negó con la cabeza –No que me la juego. Págame hoy y te dejo una de propina.

-Si te vas a poner así, ¡ahora mismo las coges toas y te las llevas!

-Vamos hombre, que somos colegas, no me dejes colgao….

-No me dejes colgao a mí…¿cuándo te he dejado con el culo al aire, eh?

-No es eso. Es que tú no sabes cómo me aprietan de arriba, si no vendes no cobras… yo tengo que comer….y ya sabes cómo es Lola..

-No me llores que no cuela, anda baja las cajas que te pago el viernes.

-Ea, pero no te acostumbres que no es broma.

-No seas mariquita, joer, que sí, que te pago el viernes.

El hombre no se quedó muy tranquilo pero bajó las cajas. Le dió el albarán y se subió al camión. “Fred” se acercó a la ventanilla.-¿es que no las metes en el almacén?

-¡El viernes, cuando me pagues!...¡y aparta el chucho que me está poniendo el cristal perdido!-arrancó y se alejó a toda velocidad por la calle.

-“Es un buen tío”-pensó “Fred”-Vamos, campeón-dejó el perro en el suelo, acércate al quiosco a por La Monda -El perro se marchó trotando.-¡y dí que te la apunten!.

23/2/09

capítulo ocho

Tendemos a interiorizarlo todo, y al mismo tiempo, a evadirnos de nosotros mismos. Buscamos ventanas a otras realidades, que nos sirvan como vínculo conciliador con nuestra propia soledad. Un espejo externo que nos devuelva un guiño cómplice que calme nuestras conciencias y justifique nuestra actitud de mirones incurables.

“Y además matamos el aburrimiento”-Angelita dejó La Monda sobre la mesa camilla y deslizó las manos por las ruedas de su silla. Con poco esfuerzo, consiguió alcanzar el mirador. Su cabeza quedaba a la altura de las ventanas superiores. “Magnífica perspectiva”-pensó-. “Una forma como cualquier otra de pasar la tarde”

-¿Ya te has puesto en posición?-Marta había apagado la tele y la miraba desde el sofá.

-Mira, - Angelita pegó la cabeza al cristal.- ¿Ves a ese que está junto al camión?

-Si- Marta se había levantado y permanecía de pie junto a ella.

-¿A qué actor te recuerda?

-¿A Lassie?

-No mujer, el perro no. –golpeó el vidrio con el dedo, marcando un punto indeterminado en el aire- de los hombres que están abajo, el más delgado. ¿No se parece a
Fred AstaireFred Astaire?

-Tienes razón, ¡reconocería esos zapatos en cualquier parte!

-¿Qué haces?-Marta había vuelto al salón y miraba a su alrededor, como buscando algo.

-¿No tendrás por ahí unos prismáticos?

-Por supuesto que no.- Angelita estaba indignada.

-Pues es una pena, porque si piensas volverte una cotilla, mejor es que lo hagas a nivel profesional.

-Por culpa de esta escayola no puedo ir a ninguna parte.-protestó- Estoy atada a esta silla y me aburro sobremanera. Si de vez en cuando, miro por la ventana ¿qué hay de malo en ello?

-De momento nada-le tranquilizó Marta- Pero si ves que han enterrado algo en el jardín durante la noche ¡a mi no me llames!



22/2/09

capítulo siete

Estamos formados por un conjunto de elementos rígidos, móviles unos respecto de otros, enlazados entre sí mediante uniones perfectamente engrasadas, dirigidos a la transmisión de movimientos y fuerzas. Un mecanismo muy complicado que manejamos con gran facilidad.

“Quizás por eso nos atraen tanto estos chismes”- Angelita subió el volumen del televisor.-“¡Tan complejos por dentro y tan sencillos por fuera!”


-¿qué estás viendo?-Marta acababa de entrar cargada de bolsas y con
La Monda bajo el brazo.

-El canal de Teletienda-cogió el mando y pulsó un botón repetidamente- ¡Esto es estupendo! ¿Dónde has visto tú tantos canales?

-En Venecia, y también me parecían todos iguales.-Sonó el timbre- ¿esperas a alguien?

-No.

Marta fue a abrir mientras Angelita continuaba pulsando rítmicamente el botón. Los canales empezaron a pasar uno de tras de otro, hasta que la pantalla se quedó fija. “Me encantan los documentales”.

-Era un mensajero, te ha traído un paquete.-lo dejó sobre la mesa-¿lo abro?

-Claro, lo olvidaba, lo compré por teléfono.

-¡UF! Espero que no lo hayas pagado al peso. ¿Qué demonios es esto?

-Un mondador eléctrico de manzanas. Es muy útil.

-Ya, yo siempre llevo uno en el bolso, para las urgencias.

-Te aseguro que es una buena inversión.

-Si, lo mismo debieron pensar ellos.-Marta señaló al televisor.







21/2/09

capítulo seis

El ruido nos rodea, pero también el silencio. Ambos fluyen a nuestro alrededor, alternándose en intensidad y duración. Dos elementos que se combinan para estimular nuestros sentidos y conducirnos a un estado placentero y armónico en el que el tiempo parece no avanzar, o que por el contrario, se alían en un ritmo caótico y perturbador que nos arrastra y envuelve de una forma que no podemos comprender, pero que queremos que cese.


-¡OOOOOOHAAAA, OOOOOOHAAAAA, OOOOHAAA!- Salva apretó el botón que tenía un asterisco e inmediatamente el sonido de la alarma cambió- ¡PIIIIII-PIIIIT-PIIII! ¡PIIIIII-PIIIIT-PIIII!.

-Los que viven arriba tienen que ser unos santos.-Marta había entrado en la pequeña oficina y señalaba al techo mientras sacudía la cabeza- o eso, o en este momento nos están poniendo verdes.

-Lo segundo. ¿a ti no te pitan los oídos?

-¡FLUIIÚ, FLUIIÚ, FLUIIÚ!

-Espera que lo apago-Tecleó suavemente sobre los números del pequeño panel que descansaba en sus rodillas.-Se acabó la fiesta.

-Vale, pero recoges tú, que yo tengo que acercarme a llevarle la compra y La Monda a Angelita.

-¿Cómo está?

-Se ha vuelto una adicta a la TDT. ¿y a ti como te va el día?-Le besó ligeramente en la frente- ¿has hecho nuevos amigos?

-No, y los que tenía me roban el bocadillo.

-¿Qué ha pasado?

-Me han llamado del Banco ¿te acuerdas de la última instalación, la cara? Me han devuelto el pagaré. Llevo todo el día marcando el teléfono del tipo este y no me lo coge.-Salva cogió el inalámbrico de la base y empezó a pulsar.

-Bueno, no te preocupes.

-Eso tiene gracia.-Le acercó el teléfono a Marta- Lo mismo me dice su móvil

20/2/09

capítulo cinco

Se deslizaba suspendida en el aire, girando alocadamente como una piedra en una honda, esperando a ser lanzada. A veces parecía dudar, y escapaba a su invisible atadura, para descender libremente en bucles imaginarios y retornar, casi con angustia, a su primer destino.

El alocado baile, que ejecutaba una y otra vez, sólo se detenía cuando la necesidad de descansar era más imperiosa que la atrayente ingravidez.

“Podría decidirse por cualquier sitio”-pensó Angelita, visiblemente incómoda.
“pero tenía que pararse justo ahí”- Se agarró la rodilla y la balanceó suavemente. La mosca huyó de entre sus dedos, permitiendo que, durante un instante, no sintiera ese terrible picor en el borde del pie.


-Ya estoy aquí-Marta avanzaba por el pasillo hacia ella.-Salva ha ido a ver si le prestaban una silla de ruedas para poder acercarte al coche.

-¿me has traído La Monda?

-Si toma.- la observó de arriba abajo-¿qué te ha pasado? Cuando me bajé del Metro tú continuabas de una pieza.

-No recuerdo nada de nada. Sólo que, al llegar a mi parada, se abrieron las puertas y yo di un pequeño salto hacia delante con la intención de salir.-Se tocó la mejilla-Me he despertado con un gran dolor en este lado de la cara y con el brazo y el pie escayolados.

-Si, lo tienes muy hinchado….Déjame ver…-Marta empezó a rebuscar en los bolsillos del abrigo de Angelita.-Pues no, aquí no está.

-¿qué haces?

-Te subiste a ese cacharro para que te llevara rápidamente a otro sitio ¿cierto?

-Si.

-Y ahora tienes el brazo y la pierna así ¿no?

-Pues si…pero no entiend…

-Pues en alguna parte tiene que haber una figurita de escayola ¡con un pie y un brazo de carne y hueso!

19/2/09

capítulo cuatro

(dedicado a Oloman y Ostra con cariño)
Si nos pusiéramos a dibujar una línea recta saliéndonos de los márgenes del papel y continuáramos por cualquier superficie, pronto esa línea recta se convertiría en un ángulo o una curva, porque, invariablemente, el mundo no es plano.

Lo más probable es que, al observar con detenimiento la línea que hemos dibujado, nos diéramos cuenta de que es imperfecta, con desplazamientos minúsculos, hacia un lado y hacia otro. Esto se debe a que nos falla el pulso, o quizás, a que el mundo se mueve.


-Gira a la izquierda, creo que es por aquí. ¡Esto parece un camino de cabras!-Marta intentaba mantenerse erguida en su asiento mientras sujetaba el móvil entre el hombro y la oreja.- Espera que lo apunte. ¿Tienes un papel?

-Mira en la guantera- La mano de Salva se deslizó del volante hacia el GPS-¡maldito chisme! ¿Con que el camino más corto? A ver si puedo cambiar la ruta sin que se me salga el hígado.

-Ya lo tengo… ¿Angelita? Dame la dirección de ese centro de salud.-Marta anotó las palabras que iban saliendo del altavoz- A la derecha…pasada la gasolinera…de acuerdo, intentaré llegar lo antes posible. ¿Qué?, Sí no te preocupes, te la compraré.-colgó.

-¿qué ha pasado?-preguntó Salva.

-Go Straitgh on -dijo una voz metálica.

-¡Mierda! ¡Lo he puesto en Inglés!

-Era Aaan..geee.lii.taa-balbuceó Marta, golpeándose la cabeza con el reposacabezas--¿pueeee…des paarar un mooomento?

-¿Qué? ¡ah si, claro!-apagó el motor.

-Mucho mejor.-Marta se frotó la nuca- Está en un centro de salud en la periferia. Parece ser que se cayó al salir del metro, le han escayolado. Tengo que ir por ella y pasar por un quiosco, me ha pedido que le acerque
La Monda.

-Pues vamos. Podemos reprogramar el GPS o buscar la dirección en el plano. ¿qué quieres que haga?

Marta miró con desconsuelo el papel que tenía en la mano y gritó: ¡Vende! ¡Vende!

18/2/09

capítulo tres

Tendemos a describir el camino que tenemos que recorrer en porciones de espacio o de tiempo; un par de metros, a una hora de aquí,... Espacio y tiempo.
“Y sin embargo no caemos en la cuenta de que lo más importante es la forma”-Angelita, luchaba por mantener el equilibrio sobre un suelo adoquinado.

Levantó la vista durante un segundo, convencida de que el suelo no se movería a su vez.
“Y además de la forma, la altura”. Volvió la vista abajo. Sus pies no estaban alineados. Suspiró y comenzó el ascenso. Tras la pendiente la calle parecía detenerse en el horizonte, como si sintiera vértigo y no se atreviera a seguir. La escalada fue corta. Nada más coronar la cima, el adoquinado se precipitaba hacia abajo hundiéndose en la oscuridad.

La boca del Metro conducía a una hilera de accesos, protegidos por barras metálicas, que giraban al introducir un ticket.

Angelita sacó el bono de su bolsillo y, cerrando los ojos, lo metió en la ranura mientras se concentraba en empujar hacia delante. La barra descendió un poco y se detuvo.

-Siempre me pasa igual- Nuevamente, se encontraba atrapada entre dos barras.

-Espera que te ayude.-Marta, empujó con suavidad la barra que descansaba en la espalda de Angelita, liberándola.

-Para pasar por aquí tienes que tener un cuerpo escultural.

-Gracias, por lo que me toca.-Marta había conseguido pasar sin dificultad, y sonreía con una mano en la cadera y otra en la nuca.

-Lo digo en serio, no sabes lo angustioso que se hace atravesar ese maldito chisme. No puedes hacerte una idea.

-De hecho, sí que puedo-contestó rápidamente- hay un grupo escultórico, en Italia creo, que es una alegoría exacta del momento en que un hombre se enfrenta al momento de cruzar un acceso del metro.

-¿en serio?

-
Laoconte, creo que se llama.

-Sí, ya veo. Anda, pásame
La Monda y empújame otra vez antes de que se cierren las puertas del vagón.

17/2/09

capítulo dos

Angelita se levantó con cuidado y lleno la taza hasta la mitad para evitar que se cayese parte del contenido.
“Las manos y los pies se empeñan en envejecer antes que la cabeza y el alma”-pensó-“pero eso no nos priva de los pequeños placeres del día”-y se comió una galleta.
Sus ojos, que aún se mantenían jóvenes, se movían sin parar de un lado a otro de la calle, desde el estanco hasta la panadería y otra vez al estanco.
“Aún no son las ocho”
-se dijo, y se comió otra galleta.


Mientras desayunaba, le gustaba entrecerrar los ojos para que nada pudiera perturbar la inmensa satisfacción que sentía en ese momento, congelado en su memoria, para posteriores deleites. De esta manera conseguía que los recuerdos se mantuvieran frescos, aunque, paradójicamente, siempre que ordenaba a su mente que los trajera a su presencia, se los mostraba cálidos y suaves al tacto.

-“Bueno, ahora me toca a mí desayunar”.-Marta había terminado de congelar la carne,-¿queda café?

-Si, pero me temo que no te va a gustar.-Angelita sirvió otra taza-Ya está frío.

-Sí, por el aspecto yo diría que lleva más de una hora muerto. ¡Rápido! Rodea la taza con un círculo de tiza y no toques nada.

-¡Mira que hora es! Llegaremos tarde. –dijo levantándose.-Mientras tú recoges pruebas, yo cojo
La Monda y el abrigo.

16/2/09

capítulo uno

En sólo unos minutos, la calle pasa de estar completamente desierta a desear estarlo. Más o menos alrededor de las siete de la mañana, comienza una cacofonía que ya no parará hasta las tres o las cuatro de la madrugada; aunque siempre existe una breve pausa al mediodía, que es cuando todo el mundo se va a comer para poder seguir haciendo ruido el resto del día.
Hoy el día comenzaba con un sí bemol ligeramente desafinado. No era un ruido demasiado desagradable, pero fue en crescendo, hasta que se paró de golpe. Luego se sucedieron dos golpes en fa sostenido, un arrastre metálico en do menor y un claro y nítido mi mayor.

“No estaría mal si supiera llevar el ritmo”-pensó Angelita,-“quizás un compás de tres por cuatro”.


Sus pensamientos se vieron interrumpidos por el timbre de la puerta que, en ese momento, se decantaba por el ragtime.

-“Siento llegar tarde, hay una grúa llevándose un coche justo en la puerta, no me dejaban pasar”, explicó Marta dejando un montón de bolsas sobre la mesa camilla.

-“¿Lo traes todo?”

-¿Para qué quieres tanta carne?-Quiso saber Marta mientras iba sacando paquetes de las bolsas.

-Me cuesta mucho ir de compras, prefiero que hagas una compra grande para todo el mes y congelarla. Además ahora está barata y hay variedad, pero como siga esta crisis..

-Veamos…costillas, pierna de cordero, lengua de vaca, sesos y algo de pechuga, manitas de cerdo…hum… ¡Que pena que hoy no exista amenaza de tormenta!

-¿por qué?

-Porque podríamos subir todo esto y ponerlo junto en la azotea, y luego, en el momento exacto, gritar…¡VIVE! ¡VIVE!

-Vale, Frau Blücher, lleva todo esto a la cocina y alcánzame
La Monda