8/3/09

capítulo veinte

Si soltamos una pelota justo sobre la arista del tejado de una casa varias veces; las pequeñas imperfecciones del mismo pueden hacer que la pelota caiga por uno de los lados del tejado o por el otro, conduciendo a recorridos completamente diferentes. De la misma manera, cuando intentamos seguir el hilo de los acontecimientos, según como los vayamos ordenando podremos llegar a conclusiones totalmente equivocadas o, incluso, cercanas a la realidad.



-¿Cómo sigues?-Marta estaba sentada en la cama con el termómetro en la mano.-Uhm…Treinta y siete grados…ya casi no tienes fiebre. Creo que sólo has cogido un poco de frío.


-¿Un poooóo…achísss..coughh…coughhh…ippppp!..Salva estornudaba mientras se encogía repetidas veces, moviendo sin control las piernas.


-¿Sabes hacer algo con las orejas?-Le pasó un pañuelo de papel.-Anda, suénate.


-¡MOOOC!, gracias.


-Es una pena que te hayas puesto malo justo ahora que empezamos a tener alguna pista.


-Lo hago aposta para mantener la emoción. Aunque no creo que hayamos avanzado..¡Achuaá!...mucho.


-¡Claro que sí! Ahora sabemos que existe un tío que parece tener dinero para pagarse un coche caro y por lo tanto pagarte a ti. Sólo hay que ver cómo lo podemos conseguir.-Se levantó.


-¿A dónde vas?


-A comprarle La Monda a Angelita, y ya de paso me acercaré a la oficina. Quiero ver si consigo exprimir esos papeles del registro para ver si les saco algo jugoso. Creo que tenemos bastantes cosas con las que empezar. Sólo hay que jugar con ellas hasta que encajen.


-Bueno…¡MOOOOC! Peeerochíssss…coughh…coughh…-Se tapó la cabeza con la almohada.-conduce con cuidado. ¡Cualquier día te vas a romper la cabeza!





1 mondas:

Anónimo dijo...

Lo de Salva ¿es contagioso?